"Pues yo vivo solita en la llanura. Me llevo bien conmigo misma. La verdad es que mi familia es mi comunidad. Yo siento que es alegra estar sola, aunque tal vez necesite visitar a mi familia y traer a algún familiar al núcleo. Antes, cuando estaba pequeña, no salía del todo, me daba vergüenza. Una hermana me llevaba al colegio. Al comienzo, yo me negaba debido a las burlas de las demás chavalas. Luego, el Señor me ayudó y empecé a involucrarme con la FRATER. Ahora voy a Masaya, voy alegre, pues he hecho amigos y amigas. Siento que el intercambio de experiencias nos da fuerzas y ánimo para pasar situaciones."
"Uhm...pues a mí me parece que en toda relación siempre hay discusiones, hay altas y bajas, hay fallas y momentos de problemas; claro...si existe buena comunicación y comprensión, se aprende a amar a las demás personas, a tener una buena relación con ellas, aunque no sean tu familia "de sangre". En mi caso, por ejemplo, ha sido importante compartirle a la gente con la que vivo, que es como mi familia, la experiencia de vida que he tenido como persona con discapacidad, me resulta positivo escuchar lo que sienten al vivir conmigo. Desde que conozco más vivencias de otras personas con discapacidad que asisten al núcleo de base, me han dado más ganas de seguir luchando. ¡Sí, sin duda! Me he hecho más conciente de la importancia de organizarnos y comprometernos, de lo importante que es compartir entre nosotros y nosotras muchas cosas, compartir opiniones y oraciones que nos permitan solucionar nuestros problemas..."
"Pues si es que yo, en general, siempre he vivido feliz, en reunión con mi familia, que son mis hermanas. Fíjense que con ellas no ha habido grandes discordias, pues nos hemos comunicado y acompañado en los problemas. Creo que l oesencial ha sido la unidad y el amor que nos tenemos. Algo que les agradezco es la independencia con la que me criaron, el haber creído en mí, ya que eso me ha hecho reconocer que la discapacidad está en la mente, que podemos transformar nuestra propia forma de ver la vida ¡Así lo siento yo! Me gusta que en los núcleos de base he podido hacer nuevas amistades, compartir con ella los milagros que el ejemplo de Jesucristo ha hecho en mi vida, los cambios de mentalidad que he tenido. En los núcleos he aprendido a poner más atención a toda la gente, para así comprenderla más y seguirle dando ánimos, sobre todo a aquellas personas que apenas empiezan a vivir con alguna discapacidad."
"A mí me trataban como si fuera una posante en casa, pues mi mamá se molestaba y siempre me reclamaban que salía mucho. La verdad es que no me sentía muy tranquila con ellos. Yo decía que no me comprendían. Y como ni siquiera conocían el trabajo de FRATER porque no iban cuando los invitaba, entonces yo decía que ellos eran mi familia solo de nombre. Luego comencé a visitar los núcleos de base y me gustó que aquí nos planteamos problemas con confianza y así, pues, ahora veo a los demás de otra manera y eso me sirve para comprender mejor la situación de cada quien y la mía propia. Ahora mi familia se dio cuenta de que somos iguales que ellos y que tenemos iguales oportunidades. Me gusta ir a visitar a otras personas como lo hacía el Padre François."
"En mi experiencia yo puedo contarles que mi familia en los momentos difíciles, siempre ha estado a mi lado. Son personas que me han apoyado mucho; pero, eso sí, hubo un tiempo que a cada ratito querían saber a dónde iba yo o qué iba a hacer a la calle. Mi papá y mi mamá a veces se molestaban si de pronto yo decidía ir a algún lugar. Me compraron hasta un celular para estar pendientes de mis vueltas. Siento que, desde que participo en las reuniones de FRATER, he logrado que mi familia sea más tranquila conmigo, pues han venido comprendiento que yo, como cualquier ser humano, necesito cariño pero no sobreprotección. Ahora saben que para mí es muy importante salir, platicar con otra gente y estar organizada. Respaldan mi deseo de ser económicamente independiente. Creo que cada quien es capaz de meterse en la cabeza la importancia de ser más independendiente para vivir mejor."
"Lo que soy yo vivo con algunos de mis hijos. Yo sentía que tenía hijos buenos e hijos malos. Los buenos eran los que me llegaban a visitar y me apoyaban. Yo a ellos les pedía que me sacaran. Los malos eran los que no me visitaban ni me apoyaban. Yo me sentía que era como un estorbo para los buenos. Cuando empecé a venir a los núcleos se me quitaron las malas ideas y los complejos, mejoró mi autoestima. Recuerdo que al inicio no hablaba, después seguí la carreta. Me he dado cuenta de que una necesita a la familia, pero también de que vivir sola es tan bueno como vivir acompañada. En el núcleo me he podido liberar de muchas cosas que antes no podía sacar. Sentirme aislada era un peso para mí. Ahora me siento tranquila, con una nueva vida, adaptada e integrada."
"Bueno...mi hijo nació con poliomielitis. Antes yo no salía con mi hijo ni dejaba que él jugara con otros niños o niñas porque no me gustaba que de pronto lo pudieran maltratar o pegar. Mi familia varias veces me dijo que no lo aislara, pero para mí yo sólo quería protegerlo. Desde que vengo al núclo de base de FRATER he aprendido a ponerme en los zapatos de mi hijo, es decir, a tener más paciencia, más comprensión. Me gusta que en el núcleo mi hijo y yo tomamos ejemplo de otras vidas, otras vivencias. Pero, en fin...lo mejor de todo es que recapacité; dejé de sentir lástima por él. Hoy tengo más conciencia de las necesidades personales y derechos de mi hijo. Lo acompaño a todas las actividades y marchas del sector de personas con discapacidad. Gracias al amor del Todopoderoso, hoy mi hijo se siente libre ¡Yo también puedo decir que me siento libre! Mi hijo tiene más confianza para hacerme saber lo que quiere..."
"Yo considero que a mi la discapacidad me ha hecho, digamos, más observadora; pero también me ha hecho tener un escudo defensivo con la gente que quiero. Hay que saber cuándo ese escudo nos empieza a estorbar en la vida. En mi familia siempre se han platicado las cosas, pero yo antes discutía mucho con mi hermana, le reclamaba cosas cuando sentía que tenía derechos que defender. Es duro ser padre y madre a la misma vez: yo me las he jugado como madre y padre a mi hija. Antes intentaba convivir con mi hija y le daba consejos, pero se los daba de una forma agresiva, regañándola. Vivíamos en polémicas y disgustos. Si es que era fregada la cosa...para ese entonces, mi hija y mi hermana creían que yo perdía mi tiempo al ir a las reuniones del núcleo de base, pero cuando las invité y vinieron, todo empezó a cambiar en ellas y ¡en mí misma! Me he venido dando cuenta que las lastimaba por una forma contradictoria de ser que yo tenía. Empecé cambiando mi tono de voz. Dejé de ser soberbia. No sé cómo decirlo, pero poco a poco mi hija y ya empezamos a ser más unidas. Ahora platicamos más y tenemos poquísimas discusiones. Ella y mi hermana han mejorado su manera de comunicarse conmigo, prestan más atención a lo que les comparto y les digo. Las tres sabemos que tenemos iguales derechos. No puedo negar que las reuniones del núcleo de base nos han servido para animarnos, ser personas más alegres y tranquilas."